El peronismo mendocino vive en un encrucijada desde hace más de una década. Gobernado por el kirchnerismo, Cristina Fernández de Kirchner se transformó en su piso y su techo. Es su fuente de motivación y poder, pero también el ancla de frustraciones electorales. Aún a pesar de las diferencias, ningún dirigente se animó a cruzar la barrera de los límites que se imponen desde la conducción. Ahora, con Cristina condenada y con su “renunciamiento” a futuras candidaturas, las definiciones se aceleran y, en un primer vistazo, hay dos caminos que tensan: la oportunidad para “cortar el hilo” para los no kirchneristas y la reconstrucción de una épica para los fieles a los mandos del Instituto Patria.
Justo el PJ mendocino está en un proceso de recambio de autoridades que, en realidad, no significa un nuevo rumbo. Flor Destéfanis -quien asume este martes la presidencia- viene con el apoyo de Anabel Fernández Sagasti y todo el kirchnerismo, pero con una mirada tibia del resto del peronismo. Ayer con la condena a Cristina las reacciones públicas no fueron tan eufóricas como en otros distritos.
Sí, hubo un comunicado con Consejo Provincial del Partido Justicialista para expresar solidaridad con Cristina y enunciar lo que llaman un “entramado judicial-mediático”. “Buscan proscribir un proyecto político democrático que logró distribuir recursos, desmantelar monopolios y desarrollar un modelo de producción lejano a las especulaciones financieras”, detallaron.
Anabel Fernández Sagasti tiene una relación política y personal de mucha cercanía con la vicepresidenta. Ella fue la primera en cuestionar el fallo y apoyar desde lo emocional a su líder política.
Adolfo Bermejo no es K, pero ha demostrado fidelidad y cercanía con Anabel. Y fue uno de los que se sumó a la denuncia por supuesta búsqueda de proscripción. “A casi 40 años ininterrumpidos de Democracia encontraron nuevas formas de proscripción a dirigentes políticos. Es un atropello esta condena contra Cristina. Mi solidaridad con la Vicepresidenta de la Nación”, dijo el diputado nacional.

Otros dirigentes relevantes del PJ no se expresaron públicamente. Es el caso del intendente de Maipú, Matias Stevanato. Tampoco lo hizo su par de Lavalle, Roberto Righi, ni el de Tunuyán, Martín Aveiro; tampoco el de La Paz, Fernando Ubieta. Flor Destéfanis, en cambio, sí lo hizo. “Quieren proscribir a líderes populares que con coraje y convicción transformaron la patria. Seguiremos resistiendo esta persecución con mucho amor, trabajo y militancia”, denunció la intendenta de Santa Rosa.
Fuera de las convicciones personales de cada dirigente, la vicepresidenta, al igual que el presidente Alberto Fernández, tienen mala imagen en Mendoza y han sido un problema en las últimas elecciones. Así como en 2011 Cristina traccionó de manera fenomenal para que el PJ mantenga el poder, desde el 2015 en adelante se convirtió en un arrastre electoral negativo. Pero internamente ese sector tomó más poder en el peronismo, logrando la conducción y ganando las PASO.
La condena a Cristina no tendrá ninguna consecuencia judicial en lo inmediato, pero sí un efecto político. Y su renunciamiento también. Ayer la vicepresidenta aseguró que no será candidata a nada; ni a presidenta, ni a senadora. Máximo Kirchner sería el único habilitado a mantener en las listas un apellido que ha sido parte fundamental de la vida institucional y electoral de Argentina desde el 2003. Sin Cristina, parece abrirse un nuevo panorama. Pero, claro, su ausencia en las listas no implica el alejamiento de su influencia. La disyuntiva del PJ local tendrá como eje, justamente, ese punto: si se suma a la épica que el kirchnerismo construirá alrededor de la condena, o si tomará un a bifurcación; un camino distinto.